["el otro chisme" será una serie de pequeños cuentitos de diversos temas, pero como no tengo ninguna formación literaria mis cuentos mas bien parecen chismes, de ahí el nombre; espero les gusten y dejen muchos comentarios y criticas para mejorar…]
I
-Allá están más baratos, los que acá te salen en $3,000, allá están en $2,000 o $1,500.
Su ‘allá’ le retumbaba en la cabeza como si fuese un golpe certero y profundo cada que él lo pronunciaba. Como cada verano él venia a visitarlos un fin de semana, el ritual comenzaba con una visita familiar, la cual en esta ocasión fue al Bazar de ropa que anunciaban por la televisión.
-¿Qué tienes?, ¿Estas enojada? ¿Qué ya no quieres que venga a visitarlos?
Muchas preguntas y ella tenía solo una respuesta: estaba harta de vivir tan lejos de su esposo, estaba harta del miedo que le carcomía su juventud y vitalidad, la incertidumbre de no saber si aun estaba vivo, la semana pasada había hecho una llamada por cobrar a la casa, donde se quedaban él y otros diez ilegales más, para saber de su estado ya que en las noticias había visto las protestas de los ‘nazis’ y la habían angustiado pero él la recibió como siempre de mal humor y con la eterna letanía “si me pasara algo seguro serias la primera en enterarte, recuerda que como decía mi abuela: el correo humano es el más efectivo”. Él había cruzado la frontera hace ya más de cinco años cuando se entero del embarazo.
-Si quieres ahora que venga en diciembre te traigo uno más chulo de allá.
De nuevo su maldito ‘allá’ le perforo los oídos.
-No es por eso-por fin contesto después de un largo silencio- lo que pasa es que ya sabes como me pongo en ciertos días del mes.
Mintió, pero como él no había estado la semana pasada cuando los cólicos le habían obligado a gastar el poco dinero que le quedo, por comprar lo necesario para recibirlo con el pozole que tanto le gustaba, en unas ‘Syncol’; la contestación le dolió porque la mentira era más para ella que para él, le dolía que no tuviera ni idea de cuando era su periodo menstrual, le lastimaba profundamente que desde hace más de cinco años él supiera tan poco.
-¿Mmmta madre entonces quieres que me quede con las ganas hasta diciembre? Luego no preguntes por que me buscan las gringas- lo dijo en tono burlón y molesto.
-No te preocupes, yo digo que es solo un síntoma premenstrual, ya sabes como soy de irregular a veces se me adelanta o se me atrasa, te prometo que hoy cenas más que pozole.
Trato de sonreír y de hacer la miradita mezclada de lujuria y amor, pero dudaba que él se acordara de cuando eran novio y ella lo miraba de esa manera para que él con un gran ingenio inventara pretextos y se escabulleran al ‘hotel de paso’ recién inaugurado en la colonia Morelos, donde estaban seguros había sido el lugar donde inicio el embarazo.
-Nada más por eso vente, vamos por el celular que te gusto, para que no te esperes hasta diciembre- sonriendo y mostrando su cambio de semblante.
Otro golpe más para causarle otra herida, le irritaba que en cada visita tratara de comprarle la distancia, el tiempo y la ausencia.
-¡No, no! me espero hasta diciembre, total ¿cuánto falta?
-¡Que conste eh! –sonriendo y con tono burlón- Si me lo gasto en unos pulquecitos será tu culpa.
-¿Ya vas a empezar? –mezcla de enfado y tristeza le increpó -Me prometiste que en esta ocasión no tomarías.
-¡Chinga! –cambiando su semblante de nuevo y mostrando su enojo repuso- hace mucho que no veo a mi compadre y a mis primos.
Un herida más, sentía su cuerpo agonizar, cada que él venia de los tres días que estaba, uno se desaparecía hasta entrada la madrugada llegando embriagado en su tan sonado ‘pulquecito’, el ultimo día se lo pasaría en cama viendo televisión y de mal humor por la resaca.
-No te enojes pero mejor ese dinero lo ocupamos para componer la lavadora que tanta falta me hace
-¡Esta bien, esta bien! –respondió en tono divagante-Al rato vemos.
II
La historia no cambio, en la noche de nuevo se embriago y con su perenne justificación “¡es que allá no encuentro buen pulque!, sabes bien como lo extraño, ¡No te enojes!”. El ritual seguía con un recalentado del pozole con exceso de picante para menguar la resaca y al atardecer de nuevo su partida.
Fiel a la consumación de su pequeño ritual lo despidió en la central camionera con una bendición y unas tortas para el camino -pero esta vez, algo cambiaba, algo no estaba en su lugar, algo faltaba- las lagrimas y el llanto se habían ausentado, el ritual había sido violado porque una noche antes se había prometido no extrañarlo más, ella sabia que estaba mejor lejos de sus ‘allas’, de su ‘amor comprado’ y de su ‘pulque’ y solo quería que regresara a su ‘allá’ y la dejara en su ‘acá’. Su añoranza ya no estaba dirigida a diciembre sino a enero cuando el de nuevo partiera...
-o-
[para una personita del sureste mexicano que me enseño la importancia de los chismecitos...]