20091229

El otro chisme 16: [En los sillones blancos]

[Antes de que acabará el año quería escribir este pequeño cuento-entrevista que se me ocurrió desde la semana pasada]


Al salir del metro, el frío calaba en mi cara, ya que las dos sudaderas que traía protegían bastante bien mi torso. Caminé a prisa a mi casa, necesitaba un poquito calor; aunque me gusta mucho el frío. Al llegar a casa, como diario acostumbro hacerlo, revisé las noticias del Universal en el iPod. Al leer “Muere ‘El Barbas’, jefe de los Beltrán” un escalofrío recorrió mi espina dorsal.

En la escuela, en la materia de Géneros Periodísticos I, nos habían dejado de tarea una entrevista informativa, por lo que, pensé, que sería interesante ir a Cuernavaca a obtener mi entrevista. Agarré mi celular para poder usarlo como grabadora y mi cámara para poder tomar algunas fotos. Caminé unas cuadras y le pedí a mi papá que me prestará su coche; aunque puso un poco de resistencia terminó cediendo.

Tomé Tlalpan, ya que era la única salida que conocía para Cuernavaca, hasta la autopista México-Cuernavaca. Al llegar al Monumento a la Paz, las calles estaban llenas de militares. En el reten, que estaba en el entronque de la avenida de Domingo Diez y la avenida Poder Legislativo, los periodistas se arremolinaban para poder pasar. En medio de la confusión y el caos, pude colarme con ellos; aunque de ahí en adelante el camino fue a pie. El movimiento de militares en el desarrollo Altitude era impresionante. Al entrar no tenía ni idea de quien podría ayudarme o a quien podría entrevistar. Los militares no me daban mucha confianza, de hecho me daban miedo. Y los periodistas no querían compartir sus notas con un estudiante como yo.

Caminé un poco sobre los grandes jardines del desarrollo en busca de la persona adecuada para las preguntas. En unos sillones blancos, que estaban resguardados por una especie de palapa, estaba sentada una persona que no traía el atuendo militar ni los accesorios que identifican a un periodista. Vestía de pantalón de mezclilla, playera gris y zapatos tipo “crocs” blancos. Al acercarme, me miró un poco extraño, pero no se inmutó al verme sentado a unos metros de él. Después de tranquilizarme un poco, decidí acercarme a hacerle algunas preguntas.

Tal y como la maestra nos dijo en clase: me traté de ganar su confianza primero. Le pregunté cómo se sentía; a lo que me contestó que sentía mucho frío, pero que sentía una gran tranquilidad. Su tranquilidad me pareció irónica, ya que todo el rededor era un verdadero caos. Me dijo que se llamaba Marcos y que él sentía que no había hecho nada malo. Al fondo de los silloncitos blancos, estaban 6 hombres sentados en el piso con las manos entrelazadas y con la mirada en el piso. Le pregunté el por qué decía eso; me respondió que él solo quería trabajar en paz y que la propuesta que les había hecho no le parecía que estuviera mal. Su rostro lucía una desaliñada y corta barba. Me contó que esperaba que no se fuera a desatar una guerra por su culpa. Los militares y periodistas pasaban por el jardín, no reparaban en nosotros, como si no les interesara la entrevista que le estaba haciendo. Me confesó que realmente le gustaban más las norteñas románticas que los narcocorridos. Empecé a sentir mucho frío, aún y con las dos sudaderas que no me había quitado en ningún momento. Me platicó que le causaba un poco de curiosidad la situación. Al terminar esa frase, se levantó y se dirigió a los hombres del fondo, le agarró el hombro a uno y le dijo que era hora de retirarse. Me acerque a despedirme de ellos, y al verlos de cerca me di cuenta que sus playeras, al igual que la de Marcos, estaban llenas de sangre. Me dijo que si no quería irme con ellos; le dije que no, que tenía que regresar a mi casa; a lo que contestó que viera mi playera y mis manos. Revisé mi playera y vi una gran mancha de sangre a la altura del corazón; mis manos estaban, igual, llenas de sangre. Regresé, rápidamente, unos pasos hacia la entrada del desarrollo y me percaté que unos reporteros tomaban fotos a un cuerpo, que estaba, en el piso, abatido por una bala perdida en el corazón; aquél cuerpo, era el mío.

20090809

El otro chisme 15: [El Reto]

[El reto para esta redacción fue: una historia romántica, 2 personajes, solamente contaba con 15 minutos ininterrumpidos para redactarla]

I


Aquella noche, al rededor de las 2 de la mañana, abrió repentinamente los ojos; sus manos sudaban y su respiración era algo agitada. No sabia porque de uno de sus ojos rodaba una lágrima. A su mente llegaban demasiados pensamientos, pero no sabia a cual poner atención. Todos se arremolinaban. Cerró los ojos y respiró hondamente. Necesitaba tranquilizarse. Fue a la mesa, donde acostumbraba estar la jarra y se sirvió tres vasos seguidos de agua. Su garganta la sentía seca. Y sus ojos no paraban de llorar, pero inexplicablemente no estaba triste.

Se dirigió a su eterno sillón, y por fin puso sus ideas en claro. Ahora sabía a que se debía la alteración. Tomó otro vaso de agua. Y empezó a sonreír como loco. Y así como estaba, con el vaso vacío en una mano, se volvió a quedar dormido.

Por la mañana sonó su celular, la alarma estaba puesta a las 10 de la mañana. Tomó un baño caliente, aunque a él no le gustaba el agua caliente, pero todo tenia un por qué. Del closet tomo aquel traje que nunca ocupaba, pero que tenía para un día como aquel. Pero solo se puso el pantalón y los zapatos; la camisa, el saco y la corbata tenían que esperar.

En el mercado hizo el pedido que tenía contemplado. Al regresar a su casa, pensó que se había parado muy temprano. Ahora no entendía que haría con esas horas que tenia que consumirse. Revisó una vez más lo planeado, aunque, sabía que ya lo había hecho en más de tres ocasiones. Probablemente fue el cansancio o las largas jornadas de ráfagas de pensamientos, pero se volvió a quedar dormido. Pasó una, dos, tres horas y el no se despertaba. Tenia que despertarse ¡ya!, sus planes en esas condiciones podrían arruinarse...

Del otro lado del mundo, ella caminaba despacio. Aún, no sabía lo que le esperaba. No sabía si estaba preparada. No sabía, si quiera, que tenía que estarlo…

II


Parecía que el destino, le había jugado una mala pasada; había hecho tantos planes, sin embargo uno de ellos no era “quedarse dormido”. El encargo del mercado se encontraba completamente listo. La persona contratada, para apoyarlo, había llegado al lugar adecuado. En pocas palabras, todo estaba de acuerdo al plan. Pero, él seguía dormido, hecho que tergiversaba dicho plan.

Del otro lado del mundo, ella había apresurado su andar, y se encontraba nuevamente en su casa. Un mensaje había recibido, que le había perturbado su tranquilidad. Corrió por las escaleras y prendió su computadora. En su bandeja de entrada se encontraba un mail que le inquietaba. Pero al leerlo, su alma se tranquilizó, aunque no por eso le dejaba de inquietar. Las instrucciones eran claras; de acuerdo al mail, tenía que apresurarse al lugar de siempre y esperar donde siempre. ¿Qué esperaba siempre?, no lo sé. ¿Qué iba esperar ahora?, ella no se lo imaginaba. Al llegar, un gran ramo de diversos tipos de flores la esperaba. Le espantó un poco ese detalle, pero decidió seguir adelante. Una persona de negro se acerco a ella y le dio un sobre blanco, el cual dentro contenía un papel totalmente blanco doblado, acompañado de una fina pluma de tinta negra; al terminar de darle los extraños objetos se alejó. Abrió el sobre y se dio cuenta que estaba completamente blanco.

Al pasar unos minutos otra vez la persona de negro se acercó y le dio un pequeño libro; nuevamente se alejó sin decir nada. Al abrir el libro se encontró con una leyenda: “este es el más grande reto de mi vida; al terminar el pequeño cuento, que aquí aparece, toma la pluma y escribe tu respuesta en la hoja que viene en el sobre blanco. Ella se quedo muy intrigada, pero su curiosidad era tal que apresuro a leer el pequeño cuento, que contenía aquel libro. El cuento relataba una pequeña historia romántica entre dos personas, que por malas decisiones había tenido una pequeña pausa; y al final contenía una pregunta que él le hacia a ella. Al llegar a la pregunta, levantó la mirada y ahí enfrente se encontraba él; un ruido extraño lo había sacado de su sueño y había corrido a donde según los planes tenía que estar: enfrente de ella esperando que terminará el cuento…

La pregunta que venía al final del cuento era: ¿Quieres regresar a mi lado?...

Él miraba con profundidad sus ojos, estaba en espera de la respuesta de ella…

Ella pensó unos segundos, y anotó en el sobre un gran...

[El amor es extraño, inconstante, distinto, multifacetico, bipolar... Tú tienes la respuesta que ella anotó dentro del sobre (en lo comentarios puedes dejarla)... ]

20090723

El otro chisme 14: [Un personaje más]

[Antes de terminar mis veintitrés años, quería escribir un último relato]



Te encuentras en medio de una gran confusión; más grande que la vivida días antes. Te sientes débil, sediento e inquieto; tu respiración se acelera.

Esos últimos días, no sabías que hacer con tu vida: tenías muchas variables y no sabías como empezarlas o como terminarlas. Estabas viviendo situaciones, que nunca pensaste que pasarían. Llegaron a tu vida personas, que pensaste ya se habían ido; y se fueron, quienes pensaste nunca se irían. Unos días te sentías en la nubes; otros, en el suelo. Necesitabas ayuda. Pedías que alguien, quien fuera, te rescatara o te ayudará a entender. En un principio, pensabas que era amoroso el problema; con el tiempo viste que no solo era eso. Recuerdos añejados en la memoria venían a ti, como si hubieran estado invernando y ahora tuvieran la necesidad de levantarse y comer; comer tus pensamientos actuales. El pasado se mezclaba con el presente. Tu cabeza daba vueltas y te provocaba un dolor permanente en la zona de las sienes, que te tiraba en cama. Tu desesperación comenzaba a crecer. Necesitabas un respiro. No sabías a quién recurrir: no confiabas en nadie. Recurriste, a quien pensabas era tu amigo inseparable: el alcohol, pero solo provocaba más confusión y más dolores de cabeza. Tu problema siempre fue el hermetismo y las apariencias. Por fuera, parecías un roble; por dentro, eras frágil como árbol seco. Por momentos, te aislabas para medir y sopesar tus pensamientos.

En estos momentos, los mareos y la confusión crecen.

Reflejabas una alegría constante. Eras un especialista en el arte de fingir: gran parte de tu vida lo habías hecho. Sin embargo, cuando ya nadie te veía, mostrabas tu verdadera imagen; una persona derrotada, afligida y confundida. Buscabas escapatorias o soluciones, en esos momentos te daba igual. Solo querías un poco de tranquilidad. Finalmente lo decidiste: dejarías de portar una mascara. Pero, ellos no sabían lo que realmente te pasaba y te buscaban; querían que les explicaras tu cambio de actitud. Estaban acostumbrados a una cara y cuando les presentaste la real: se espantaron. Eso te dolió más. Por lo que al final tomaste otra decisión: escapar, quitarte la vida. Pero, como era de esperarse: no tenías el valor para hacerlo.

Finalmente, ahora estás en un gran charco de sangre, de tu propia sangre. Has perdido la consciencia y la vida. Fui yo, quien te la tuvo que quitar; porque jamás ibas a atreverte; y personajes como el tuyo no sirven para más cuentos...

20090608

El otro chisme 13: [El único secreto que tenía]

[Un secreto en 250 palabras, que por cierto en esta ocasión ocupe menos de 200…]


— Y esta semana, ¿de qué se va a tratar tú redacción?

— De un secreto.

— Qué difícil, ¿no lo crees?

— Ese no es el problema. ¿Sabes cuál es el verdadero problema?

— La verdad es que no tengo ni idea, de que te preocupe.

— El único secreto que tenía, ahora es público.

— Y, ¿cómo esta eso?

— ¿Recuerdas la redacción acerca de: lo más atrevido que he hecho?

— Es donde escribiste acerca de un trío, ¿no?

— Exactamente. Nadie sabía, que esa historia no fue producto de mi imaginación. Esa historia realmente sucedió. Lo único, que hice fue ocupar el segundo nombre de mis protagonistas. Curiosamente, no corrí a contárselo a todo el mundo para enaltecer mi ego. En esa ocasión, les prometí que no diría nada, aunque ellas me dijeron que no había problema. Sin embargo, no sentí adecuado divulgarlo. Entonces, ¿porqué, finalmente, lo hice? No lo se.

— ¿No crees que le diste muchas vueltas al asunto?

— Apoco, ¿no recuerdas que me molesta faltar a mis promesas?

— Bueno, bueno. Y, ¿cómo le vas a hacer con la redacción de esta semana?

— Estoy pensando en hacer un pequeño dialogo.

— Y eso, ¿qué tiene que ver?

— ¿No sabias que me gusta hablar solo?...

20090525

El otro chisme 12: [Una Ciudad Perdida]

[Un gran reto onírico en 250 palabras…]


Me encontraba en una ciudad perdida —esas vecindades que de tan grandes que son parecen una ciudad— donde se supone vivía mi amiga. Estaba exactamente en su cuarto, en su cama y a lado de ella. Charlábamos de algo que no recuerdo. Ahora estamos desvestidos y estoy encima de ella. La penetro poco a poco, porque sé que es un sueño y quiero guardar la sensación para cuando despierte. ¿De quién corremos? No lo sé; pero vamos envueltos en una toalla por la calle que conduce a la casa de mis abuelos. Regresamos nuevamente a la ciudad perdida. Por las ventanas, veo payasos. En una casa, que se supone es donde nos encontrábamos en un principio, veo al papá de mi amiga. ¿De él huíamos? Tengo que recuperar mi ropa, porque no puedo correr envuelto en una toalla. ¿Cómo voy a regresar así a mi casa? ¿Dónde esta mi casa? Mis tenis no aparecen: tendré que correr en calcetas. Sé que me van a lastimar las piedritas de la calle. ¿Dónde se metió mi amiga? ¿Por qué me abandonó en su cuarto? Ahora, cómo llegó a la calle nuevamente sin ser visto por su papá. Estoy solo en una ciudad perdida y me duelen las piernas…

¿Por qué amanezco cansado?, si sólo fue un sueño… ¿O no?

-o-

[Al pequeño recuerdo que guardo de una persona muy especial]

20090505

El otro chisme 11: [¿Cómo salió ese tema a colación en la charla?]

[Lo más atrevido que he hecho o ¿que hubiera querido hacer?, en 250 palabras]


Cinco años atrás, me encontraba amenamente platicando con María, que era algo así como la exnovia de mi mejor amigo. La conversación que teníamos era un poco rutinaria, pero interesante: de los amores anteriores, de los problemas familiares, de los sueños, de las fantasías. ¿Cómo salió ese tema a colación en la charla? No lo recuerdo. Al acercarse la noche, me despedí de María y mi mente comenzó a maquilar un gran plan, que días después le comuniqué. Con ayuda de María el plan se perfeccionó.

Por esos tiempos, tenía una relación sentimental con Isabel, que era algo así como familiar de María. Como cada sábado llegó Isabel y María. Al ver a Isabel, le propuse ir a un hotel. En esa ocasión no había nadie más en donde vivía, por lo que le dije a María que nos acompañara. Al llegar al hotel, el recepcionista nos dejó pasar y nos asignó un cuarto en la planta alta, a pesar de que al entrar nos miró extrañado. Al entrar a la habitación, a falta de botella, comenzamos a jugar volados para realizar o poner retos. Los primeros retos fueron muy tranquilos, pero al pasar los minutos nuestras ropas nos empezaron a abandonar. El frío ambiente del exterior, se apaciguaba con el calor de nuestros cuerpos temerosos. La noche se avecinaba, por lo que solo restaba un reto más. Para el ultimo reto, Isabel le dijo a María: “El lado derecho es mío y el izquierdo tuyo; puedes hacerle lo que quieras, menos besarlo”. El plan resultó mejor de lo planeado.

Meses después María me comentó que ellas siempre habían querido hacerlo, pero no habían encontrado con quién…

20090413

El otro chisme 10: [El final que estaba buscando]

[Lo que quisiera ser o hacer, en 250 palabras]


Aquel día, no me sentía inspirado. En la mañana, revisé el bosquejo una y otra vez. Más tarde, salí a caminar por la colonia. Al cruzar por el Parque San Simón, me pidió un autógrafo —algo que rara vez me pasaba en la colonia— un niño vestido con un uniforme igual al que use en la secundaria. El sol estaba pleno. Aunque odiaba los días calurosos, también me sentía pleno. Recorrí el mercado Portales buscando una sandía con chile y limón: lo mejor para los días calurosos

Por la noche, como en la infancia, me senté en el parabus a ver las luces de los coches que transitaban por Calzada de Tlalpan. Al estar recostado en el sillón, las palabras e ideas empezaron a llegar a mi mente. Anoté en la libreta que siempre cargo en el bolsillo del pantalón aquellas ideas. Prendí la computadora y le di el final que estaba buscando a mi última novela.

Al estar escribiendo, me di cuenta del título de mi novela: el final que estaba buscando. Revisé las notas que acababa de escribir. Estaban escritas en mi cuaderno del segundo semestre del SUA. Releí la novela. Solo era una pequeña redacción de menos de 250 palabras para mi Taller de Redacción. Aún no era un escritor famoso…

20090323

El otro chisme 9: [Al cruzar Eje Central]

[Un encuentro entre dos personas, en 250 palabras]


Corrí a Municipio Libre para alcanzar el microbús. Me senté en el penúltimo asiento de la derecha. Abrí mi mochila. Saqué mis lentes. Busqué las copias que me dejaron leer en la escuela. Me puse a leerlas. Al cruzar Eje Central, una persona corrió tras el micro para alcanzar a subirse. Cuando subió me di cuenta que era bastante parecido a mí: delgado, un poco panzón, con el cabello un poco largo, de tez morena y con grandes ojeras bajo los ojos. Se sentó a lado de mí. Abrió su mochila. Se puso unos lentes. Buscó unas hojas. Y se puso a leerlas. Me pareció bastante curioso que las copias que él leía eran las mismas que yo. Al voltear a verle la cara su mirada estaba en mis copias. Por un instante pensé que todo era un sueño. Saqué un trozo de papel de mi cuaderno y escribí unas líneas. Le di el trozo de papel. Él me dio otro similar. Toqué el timbre dos cuadras antes de Patriotismo. Al bajar él venía tras de mí. Caminé deprisa para esconderme tras la esquina de la calle. Saqué una pequeña navaja automática que cargo “por si las dudas”. Al pasar a lado de mí le atesté la primera de muchas puñaladas. Lo dejé en el piso. Caminé dos cuadras más. Leí el papelito que me dio. Decía: “efectivamente”. Caí al piso por un dolor enorme en el estomago. Por mi boca empezó a salir mucha sangre. Yo le había escrito: “en esta vida no puede haber dos iguales”…

20090318

El otro chisme 8: [Unos pequeños trozos de cinta adhesiva cortada cuidadosamente en forma de moñito]

["En esta ocasión las 250 palabras fueron para redactar un recuerdo de la infancia"]

¿Cuántos años tenías?, ¿ocho o nueve? Estabas cursando el cuarto de primaria seguramente. Aquel día estabas jugando en el salón de clases. No viste quién pero sentiste que te impactaba en la cabeza una goma. No sabías por qué pero tenías la necesidad de regresar la afrenta. Viste en el piso aquella gran goma blanca y rectangular. Corriste a agarrarle. Sin embargo en el camino se cruzó la pata de una banca. Sentiste caer y tu cabeza se impacto en el filo del asiento metálico de otra banca. No te importó. Alcanzaste la goma y la aventaste nuevamente. Sin embargo algo no estaba bien. Se hizo un silencio sepulcral. Los ojos de tus compañeros y maestra se situaban en tu frente. Tu mano apresuró a tocar tu frente y una pequeña oleada caliente te recorrió la espina dorsal. No te dolía pero al ver tu mano sabías que estabas sangrando. La maestra apresuró el paso de tu mano hacia la dirección. Las monjas trataron de curar la herida con unos pequeños trozos de cinta adhesiva cortada cuidadosamente en forma de moñito. Al llegar tu mamá por ti su cara se transformó en preocupación. Estaba molesta porque no la llamaron. Habló a tu padre y le dijo que te llevaría a urgencias. Por tu frente se alcanzaba a ver parte de tu cráneo, al menos eso te decía tu mamá. En urgencias te dieron siete puntadas. Al terminar la doctora de coserte, asistida por tu madre. Preguntaste: ¿y la goma, dónde quedo?

20090223

El otro chisme 7: [¿autorretrato o autorelato?]

[Nuevamente un reto de la escuela: Un Autorretrato en 250 palabras, tomando un elemento de nuestra vida y desarrollarlo, no autobiografías...]

La noche había comenzado con el pretexto de una copa para atenuar las presiones laborales, las horas habían pasado al igual que la pequeña juerga. El despertador sonó puntual a las 6:30 de la mañana como cada sábado, sin embargo él aún estaba con un vaso de Antillano con Tehuacan y Sidral en la mano. No podía ir en esas condiciones a la Facultad, aunado a que el sueño empezaba a cobrar su pequeña factura diaria. Cuando volvió a abrir los ojos, el pequeño reloj del celular mostraba que eran las 9:20, sabía que ya no llegaba a la segunda clase; por lo que se baño para quitarse el agrio olor del Antillano, en la cocina opto por freírse una hamburguesa, aunque por las prisas olvidó echarle catsup en demasía, como acostumbraba a hacerlo. Apresuró el paso para tomar el micro en Eje 7, y al llegar a Ciudad Universitaria corrió para llegar puntual a Taller de Redacción.

Con la naciente resaca brotando de sus poros, entro a clase participando solo lo necesario, para ser exactos solo cuando el maestro le pidió que participara. Trató de poner atención lo mejor posible. Al terminar la clase <> tenía una tarea que le rondaba las ideas: redactar un autorretrato en 250 palabras. La tarea le pareció extraña, un poco confusa.

— ¿Y si mejor tomo la cámara, me miró al espejo y disparo? — pensó un poco en voz alta. Lo que le trajo un pensamiento que siempre había tenido acerca de su imagen, no le gustaban las fotos de si mismo; le gustaba mucho tomar fotos, los retratos le agradaban, pero los suyos no.

Llegó a casa después de un tranquilo Día de San Valentín, la idea del autorretrato no abandonada sus ideas nocturnas. Toda la semana estuvo pensando en redactar acerca de su gusto por el graffiti, pero le pareció que nunca fue un buen graffitero; después pensó en poner lo del graffiti como antecedente al diseño grafico y los carteles, pero recordó las palabras de su profesor “no es una autobiografía”, pensó en desarrollar la historia que está detrás del los diseños de osos geométricos que actualmente hace. Comenzó a escribir unos cuantos párrafos, pero llegaba al mismo punto: graffiti y diseño, al final de cuentas una pequeña autobiografía.

El viernes después de borrar y volver a escribir varios párrafos, que al final le parecían autobiografías, dejó unos días por la paz su tarea. Finalmente el domingo por la noche se decidió a redactar un pequeño relato, de su autorretrato…

-o-

[Que la crisis no los aplaste... Feliz y tranquilo 2009... (ja! es mi primer post en el año)...]