I
Aquella noche, al rededor de las 2 de la mañana, abrió repentinamente los ojos; sus manos sudaban y su respiración era algo agitada. No sabia porque de uno de sus ojos rodaba una lágrima. A su mente llegaban demasiados pensamientos, pero no sabia a cual poner atención. Todos se arremolinaban. Cerró los ojos y respiró hondamente. Necesitaba tranquilizarse. Fue a la mesa, donde acostumbraba estar la jarra y se sirvió tres vasos seguidos de agua. Su garganta la sentía seca. Y sus ojos no paraban de llorar, pero inexplicablemente no estaba triste.
Se dirigió a su eterno sillón, y por fin puso sus ideas en claro. Ahora sabía a que se debía la alteración. Tomó otro vaso de agua. Y empezó a sonreír como loco. Y así como estaba, con el vaso vacío en una mano, se volvió a quedar dormido.
Por la mañana sonó su celular, la alarma estaba puesta a las 10 de la mañana. Tomó un baño caliente, aunque a él no le gustaba el agua caliente, pero todo tenia un por qué. Del closet tomo aquel traje que nunca ocupaba, pero que tenía para un día como aquel. Pero solo se puso el pantalón y los zapatos; la camisa, el saco y la corbata tenían que esperar.
En el mercado hizo el pedido que tenía contemplado. Al regresar a su casa, pensó que se había parado muy temprano. Ahora no entendía que haría con esas horas que tenia que consumirse. Revisó una vez más lo planeado, aunque, sabía que ya lo había hecho en más de tres ocasiones. Probablemente fue el cansancio o las largas jornadas de ráfagas de pensamientos, pero se volvió a quedar dormido. Pasó una, dos, tres horas y el no se despertaba. Tenia que despertarse ¡ya!, sus planes en esas condiciones podrían arruinarse...
Del otro lado del mundo, ella caminaba despacio. Aún, no sabía lo que le esperaba. No sabía si estaba preparada. No sabía, si quiera, que tenía que estarlo…
Parecía que el destino, le había jugado una mala pasada; había hecho tantos planes, sin embargo uno de ellos no era “quedarse dormido”. El encargo del mercado se encontraba completamente listo. La persona contratada, para apoyarlo, había llegado al lugar adecuado. En pocas palabras, todo estaba de acuerdo al plan. Pero, él seguía dormido, hecho que tergiversaba dicho plan.
Del otro lado del mundo, ella había apresurado su andar, y se encontraba nuevamente en su casa. Un mensaje había recibido, que le había perturbado su tranquilidad. Corrió por las escaleras y prendió su computadora. En su bandeja de entrada se encontraba un mail que le inquietaba. Pero al leerlo, su alma se tranquilizó, aunque no por eso le dejaba de inquietar. Las instrucciones eran claras; de acuerdo al mail, tenía que apresurarse al lugar de siempre y esperar donde siempre. ¿Qué esperaba siempre?, no lo sé. ¿Qué iba esperar ahora?, ella no se lo imaginaba. Al llegar, un gran ramo de diversos tipos de flores la esperaba. Le espantó un poco ese detalle, pero decidió seguir adelante. Una persona de negro se acerco a ella y le dio un sobre blanco, el cual dentro contenía un papel totalmente blanco doblado, acompañado de una fina pluma de tinta negra; al terminar de darle los extraños objetos se alejó. Abrió el sobre y se dio cuenta que estaba completamente blanco.
Al pasar unos minutos otra vez la persona de negro se acercó y le dio un pequeño libro; nuevamente se alejó sin decir nada. Al abrir el libro se encontró con una leyenda: “este es el más grande reto de mi vida; al terminar el pequeño cuento, que aquí aparece, toma la pluma y escribe tu respuesta en la hoja que viene en el sobre blanco. Ella se quedo muy intrigada, pero su curiosidad era tal que apresuro a leer el pequeño cuento, que contenía aquel libro. El cuento relataba una pequeña historia romántica entre dos personas, que por malas decisiones había tenido una pequeña pausa; y al final contenía una pregunta que él le hacia a ella. Al llegar a la pregunta, levantó la mirada y ahí enfrente se encontraba él; un ruido extraño lo había sacado de su sueño y había corrido a donde según los planes tenía que estar: enfrente de ella esperando que terminará el cuento…
La pregunta que venía al final del cuento era: ¿Quieres regresar a mi lado?...
Él miraba con profundidad sus ojos, estaba en espera de la respuesta de ella…
Ella pensó unos segundos, y anotó en el sobre un gran...