20071105

El otro chisme 4*: [Destino... Coyuya]

[Eh aquí un chisme que no es de los otros, o sea de los míos, pero que necesitan saber para entender el otro chisme numero cuatro que les contaré mas adelante... esta escrito por lunita, y fue publicado en un ‘fanzine’ de la upiicsa llamado ‘el papalote rojo’…]

Su día a día eran tan monótono como el de muchos habitantes del DF que viven de manera tan acelerada como lo dicta la propia ciudad.
Su rutina comenzaba a las 5.30 am cuando su despertador sonaba y Carlos, a su lado, la exhortaba con tal displicencia a abandonar el calor de la cama, para realizar “sus deberes”, así lo llamaba él porque la Sr. Mónica, su madre, así lo educó, bajo una lluvia de ideas machistas; y muy a pesar de ya conocer estas aberraciones Sandra decidió casarse con él porque pensó que con el tiempo cambiaría, pero ni tres años de novios más dos de casados y su amor lo habían cambiado, así que finalmente, como muchas otras personas abrazo el conformismo.

Después de prepárale el desayuno a ‘Carlitos’, así le decía de novios, Sandra salía corriendo, si acaso de vez en cuando con un vaso de leche desayunado, porque tenía que trasladarse en el tumulto del metro desde Coyuya hasta Tlatelolco. Pero justamente este lunes caótico precedido por la lluvia y las expectativas del 1er informe de gobierno de PIPO, después de todo no sería tan gris como el cielo y el mismo PIPO.

Entre tanta gente, charco, empujones y demás llego corriendo (literalmente) al metro Coyuya, aproximadamente con 20 minutos de retrazo y con los reclamos hoscos de Carlos aun sonándole en la cabeza “Esta camisa esta arrugada… otra vez el mismo desayuno…” Muy lejanos y añorados estaban aquellos momentos cuando él la pretendía y la trataba con tanto amor que ahora hasta parecería una alucinación, efecto de algún toxico o narcótico; en esos recuerdos andaba, que tanta perturbación la llevaron al vagón con dirección contraría a su destino… o no?

La prisa la sitió frente a un hombre que a simple vista sería completamente insignificante pero ya con meditada observación pasaba de ser un extraño de vagón a un compañero de vagón. Sandra encontró en sus ojos y en la palabra “disculpe” el cobijo que tanto buscaba y tanta ternura que no noto el paso de las estaciones y comenzaron a hablar de banalidades como el clima, lo lento del servicio del metro e incluso algunas “observaciones” del mensaje a la nación de FCH, ambos se dejaron llevar por la conversación y lo hipnótico de sus miradas que fueron arrastrados por la multitud y bajaron en una estación que les sirvió de refugio de la lluvia y de los pisotones que tan comunes son en el metro.

-Ups, no puede ser, es tardísimo, me equivoqué de dirección y aparte te estoy quitando el tiempo-.
-Tranquila no me quitas nada, al contrario me regalas un poco de alegría y serenidad… el destino no se equivoca, y hoy no fue la excepción-; terminó esta frase con una mirada cómplice y picara que obviamente perturbo aun mas los pensamientos de Sandra.

Pasaron el día juntos como dos grandes amigos que están enamorados secretamente el uno del otro, y como tales se despidieron, con esa naturalidad y sentimiento de libertad mutua que da la seguridad de saber que al siguiente día se verán.

Sandra llego antes que Carlos al departamento dispuesta a tomar una ducha para saber si su día había sido real o tan solo invenciones de su necesidad de afecto… efectivamente fue real y ni siquiera el hecho de saber que no se volverán a ver, puesto sus nombres quedaron fuera de la platica; y que el siguiente día sería “uno más”, lograba quitarle ese brillo de los ojos ni esa tierna sonrisa…

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