20071105

El otro chisme 4: [Otro destino en Coyuya]

[Este es la segunda parte y el final de ‘Destino… Coyuya’ que siendo sinceros no necesitaba segunda parte ni final, pero como siempre ando de chismosito pues me di a la tarea de escribirla]

I

La noche llegó junto con ‘Carlitos’ acompañado de sus eternos reproches, explosiones de machismo y el conformismo consuetudinario que Sandra no había apartado de su vida, lucía fresca y con un brillo que a todas luces era perceptible, pero para Carlos era la misma de siempre: una mujer que no sabia planchar, cocinar y que desatendía la casa por su necedad de trabajar.

-¿Otra vez no te dio tiempo de hacer algo que una verdadera mujer haría de comer?- estalló él, al ver la pizza en su plato-.
-¿Qué quieres?, no me da tiempo- la voz de ella contraria a la rutina lucía tranquila, su mente y pensamientos vagaban cual viaje astral a los recuerdos recientemente incrustados en el destino que Coyuya le impuso- pero si quieres otra cosa dime y salgo a comprártelo-.
-¡No, déjalo así!, se me va a espantar el hambre-.

Esa noche a ella no se le antojaba comenzar una de las interminables peleas que por lo regular se suscitaban por las noches en casa, solamente deseaba retirarse a la cama para estar sola con sus pensamientos y los recuerdos gratos del día…

II

Una vez más el despertador de la cabecera timbró puntual a las 5:30 horas, Sandra y su aún sonrisa tierna en los labios dibujada comenzaron el eterno ritual, una camisa perfectamente planchada que jamás satisfacía las exigencias de Carlos, unos perennes huevos salpicados de creatividad en la presentación igualmente despreciados, las prisas de Sandra por llegar a tiempo a Tlatelolco y la parcimonia de Carlos ya que al conducir su Taxi no tenia problemas de patrones ni de horarios, completaban el tan acostumbrado ritual.

Como solía hacerlo a diario, abordo su Taxi y se dirigió a Churubusco por Plutarco, y al cruzar eje 3 en el Metro Coyuya un hombre le hizo la parada, a lo que Carlos naturalmente aceptó ya que la estampa del extraño lucía amable.

-¡Hola, buenos días!, ¿a dónde lo llevo?- preguntó Carlos.
-A la avenida Tlahuac, si me hace el favor- contesto el extraño, acompañado de una sonrisa; por lo que Carlos sintió una invitación para comenzar una conversación típica ‘chofer-pasajero’.
-¿Se le hizo tarde verdad?- comenzó así la platica Carlos.
-Exacto y ayer no fui al trabajo, me encontré a una mujer hermosa con la que pase una inolvidable tarde- prosiguió el extraño.
-¡Ahh! Entonces bien valdrá la pena un descuento en la quincena-.
-¡Claro! Esa bonita mirada bien vale la pena cualquier descuento-.
-Se oye muy enamorado-.
-Desgraciadamente de la portadora de esa mirada y de la tierna sonrisa no conozco ni su nombre-.

La charla continuó y a Carlos le vinieron a la mente recuerdos de su noviazgo con Sandra, la mirada dulce y la sonrisa tierna que con los años se le habían ido desdibujando, el extraño fue dejado a tiempo por Carlos en su trabajo.

III

Los clientes siguieron abordando el Taxi junto con los recuerdos de aquel lejano noviazgo, por lo que tomo el celular y telefoneó a Sandra para invitarla a cenar como en aquellos días de cortejo.

Hasta las 7pm pasaría por Sandra a Coyuya por lo que Carlos decidió dar unas vueltas extras cerca del metro para ‘matar el tiempo’ se dijo mentalmente Carlos, en esas mencionadas vueltas andaba cuando dos hombres de buen vestir le hicieron la parada y le dieron la orden de meterse en un callejón junto con la instrucción de darles todo el dinero que portara, Carlos no dejaba que le arrancaran el dinero que había juntado en el día y destinaría para esa cena a las 7pm, por lo que los hombres del buen vestir desesperaron y uno de ellos desenfundó un revolver y atinó dos golpes certeros de plomo en la cabeza de Carlos.

Sandra recibió la noticia por el mismo medio por donde horas antes una llamada le había hecho dudar que hoy sería ‘un día más’ y de que Carlos no volvería a ser ‘Carlitos’, pero esta noticia lejos de alegrarla le había llenado los ojos de lagrimas, pero en su más hondo ser, una esperanza se iluminaba porque la pequeña tregua que vivió en los últimos dos días le hacía saber que un nuevo destino podría estar hasta en el metro Coyuya…

-o-
[son de esas dedicatorias que no necesitan nombres pero que la persona a la que va dirigida es obvia]

El otro chisme 4*: [Destino... Coyuya]

[Eh aquí un chisme que no es de los otros, o sea de los míos, pero que necesitan saber para entender el otro chisme numero cuatro que les contaré mas adelante... esta escrito por lunita, y fue publicado en un ‘fanzine’ de la upiicsa llamado ‘el papalote rojo’…]

Su día a día eran tan monótono como el de muchos habitantes del DF que viven de manera tan acelerada como lo dicta la propia ciudad.
Su rutina comenzaba a las 5.30 am cuando su despertador sonaba y Carlos, a su lado, la exhortaba con tal displicencia a abandonar el calor de la cama, para realizar “sus deberes”, así lo llamaba él porque la Sr. Mónica, su madre, así lo educó, bajo una lluvia de ideas machistas; y muy a pesar de ya conocer estas aberraciones Sandra decidió casarse con él porque pensó que con el tiempo cambiaría, pero ni tres años de novios más dos de casados y su amor lo habían cambiado, así que finalmente, como muchas otras personas abrazo el conformismo.

Después de prepárale el desayuno a ‘Carlitos’, así le decía de novios, Sandra salía corriendo, si acaso de vez en cuando con un vaso de leche desayunado, porque tenía que trasladarse en el tumulto del metro desde Coyuya hasta Tlatelolco. Pero justamente este lunes caótico precedido por la lluvia y las expectativas del 1er informe de gobierno de PIPO, después de todo no sería tan gris como el cielo y el mismo PIPO.

Entre tanta gente, charco, empujones y demás llego corriendo (literalmente) al metro Coyuya, aproximadamente con 20 minutos de retrazo y con los reclamos hoscos de Carlos aun sonándole en la cabeza “Esta camisa esta arrugada… otra vez el mismo desayuno…” Muy lejanos y añorados estaban aquellos momentos cuando él la pretendía y la trataba con tanto amor que ahora hasta parecería una alucinación, efecto de algún toxico o narcótico; en esos recuerdos andaba, que tanta perturbación la llevaron al vagón con dirección contraría a su destino… o no?

La prisa la sitió frente a un hombre que a simple vista sería completamente insignificante pero ya con meditada observación pasaba de ser un extraño de vagón a un compañero de vagón. Sandra encontró en sus ojos y en la palabra “disculpe” el cobijo que tanto buscaba y tanta ternura que no noto el paso de las estaciones y comenzaron a hablar de banalidades como el clima, lo lento del servicio del metro e incluso algunas “observaciones” del mensaje a la nación de FCH, ambos se dejaron llevar por la conversación y lo hipnótico de sus miradas que fueron arrastrados por la multitud y bajaron en una estación que les sirvió de refugio de la lluvia y de los pisotones que tan comunes son en el metro.

-Ups, no puede ser, es tardísimo, me equivoqué de dirección y aparte te estoy quitando el tiempo-.
-Tranquila no me quitas nada, al contrario me regalas un poco de alegría y serenidad… el destino no se equivoca, y hoy no fue la excepción-; terminó esta frase con una mirada cómplice y picara que obviamente perturbo aun mas los pensamientos de Sandra.

Pasaron el día juntos como dos grandes amigos que están enamorados secretamente el uno del otro, y como tales se despidieron, con esa naturalidad y sentimiento de libertad mutua que da la seguridad de saber que al siguiente día se verán.

Sandra llego antes que Carlos al departamento dispuesta a tomar una ducha para saber si su día había sido real o tan solo invenciones de su necesidad de afecto… efectivamente fue real y ni siquiera el hecho de saber que no se volverán a ver, puesto sus nombres quedaron fuera de la platica; y que el siguiente día sería “uno más”, lograba quitarle ese brillo de los ojos ni esa tierna sonrisa…

20071009

El otro chisme 3: [De finales y otros cuentos]

[Hay cuentos cortos que de tan cortos parecen chismes –pero no como los de ‘el otro chisme’ que de esos me ocupo yo- otros tan largos que uno dice ‘poco falta para que sean novelas’, también hay personas que se les dice ‘eres puro cuento’ y no porque su creatividad desborde en el ámbito literario sino por mitómanos, pero casi todos coinciden en contar con un final, en la mayoría de ellos se involucra una pareja en veces real, en veces fantasiosa pero al final pareja pero que de parejos no cuentan con mucho porque si así fuera serian gemelos y aunque así fuera distan de ser parejos ya que aunque la naturaleza se empeñe en hacer seres iguales nada mas no le salen y entonces se dice que son como artesanías porque aunque se parecen no son iguales lo que es lo mismo no son parejos como el dicho popular de ‘parejas ni las orejas u ojeras’… o algo así…

Bueno ya me desvié de lo que quería escribir por que el titulo reza ‘de finales y otros cuentos’ y de finales no he escrito y para eso el primer ejemplo de cuento que va mas o menos así:]

I

Sus miradas se cruzaron en ese preciso instante en el que sus vidas parecían entrar en un largo túnel oscuro en donde el paisaje se aleja de lo interesante.

-él- se acerco y le invito un café.
-ella- sonrió involuntariamente pero gesticulando una aceptación inminente.

Pasaron horas conversando de banalidades y temas de interés para ambos, el tiempo no existía en sus vidas solo el ansia de conocer la vida del otro, como se esperaba las horas corrieron y tuvieron que postergar la platica en cafés variados, en la casa de él, en la de ella, en algún hotel en cual los labios y la lengua no se ocuparon para la charla pero en compañía de sus manos se comunicaron y conocieron.

El amor entre el que invito el café y la que acepto broto y ante un juez pactaron su unión.
Y vivieron felices… tan tan…

[Este es un claro ejemplo del final típico ‘televisanovelezco’, es mas hasta parece plantilla descargable de Internet, pero se sabe que esto en la realidad no es común, es mas suena utópico ya simplemente en México en el 2004 hubo mas de 60 mil divorcios, además de que pocas –pudiendo asegurar que ninguna- relación no sufre percances en el cortejo, lo que me lleva a un segundo ejemplo:]

II

Sus miradas se cruzaron en un instante en el que ellos creían que sus vidas andaban bien sentían que eran completas que nada faltaba, tenían altibajos, pareja, trabajo estable y sobre todo rutina lo que ellos creían era felicidad.

-él- se acerco y le invito un café.
-ella- sonrió involuntariamente pero gesticulando una aceptación un poco tímida.

Como era de esperarse conversaron por tupidos minutos, su palabras viajaban de las coincidencias a las discrepancias siendo estas en lugar de introducción a la discusión fuente de risas, las horas se consumieron y sentían que la charla tenia que continuar, así que decidieron intercambiar datos de localización…

Las pláticas y los cafés se repitieron un par de ocasiones más, el común denominador en cada encuentro era que en el mundo donde se encontraba la mesita cuadrada, la sillitas con respaldo enclenque, los cafés espumosos, y la comida extranjera no existían parejas, ni rutinas, ni altibajos, ni trabajos estables, solamente se encontraban los sitios visitados en sus charlas o sus criticas a un presidente inepto que aunque sabían que su país se desquebrajaba en esos minutos no lo percataban solo se percataban de sus miradas y sus risas.

Sus labios jamás se unieron mucho menos sus sexos pero estaban seguros que las palabras emanadas de cada una de sus bocas se habían entrelazado y seguramente el amor habían hecho; solamente sus brazos se entrelazaron en la espalda del otro cuando el adiós definitivo se dieron… tan tan…

[Este es un ejemplo de mal final o como comúnmente se le llama ‘final chafa’, es de esos en donde el lector se queda con el ‘¿y luego?’ o ‘¿y después qué pasó?’ u otros mas aventurados dirían ‘¡ahh no mamen! ¿tanto para eso?’, pero algo es innegable, a los protagonistas les queda un dulce sabor de que fueron felices aunque solo fuera por un cuento… ahora si: tan tan]

20071001

El otro chisme 2: [Réquiem por un suicidio]

[Ahora probare un chismecito sin diálogos]

I

Después de dos semanas en vela sus pensamientos comenzaban a desatinar en tiempos y realidades, la noticia de que ella no había acudido a la cita ante el juez civil se debía a que él ya no estaba presente en sus pensamientos, en su cama ni en su mirada, le carcomía las vena, sentía lastima y vergüenza por la figura del espejo, empezaba a sentir odio por el personaje que proyectaba la sombra cuando caminaba, el rencor se gestaba en sus vísceras y la ira le producía pensamientos equívocos y sádicos contra su persona, maquilaba creativamente fines para su existencia, la indecisión se centraba en el espectáculo o la indiscreción, el desangre por las cuchillas en sus venas o el golpe certero del plomo en la sien, de la agonía al fin inmediato…

La urgencia por detener el riego sanguíneo producido por los latidos de su corazón sin agonía pero de una manera recordable le laceraba los días: no comía, no se bañaba, solo escribía y diseñaba planos, ninguno le satisfacía, le parecían muy trillados o muy obtusos o simplemente nada certeros; revisó periódicos buscando noticias recientes de personas muertas por caídas de grandes alturas: todas por descuido o por negligencia de los patrones en grandes construcciones, ninguno por decisión propia; lo tenia decidido se dejaría caer desde un edificio vecino en donde la entrada al inmueble consistía en timbrar tres veces consecutivas el numero del interfono marcado como portero…

El edificio lucia 6 plantas las cuales según sus cálculos eran poco menos de 20 metros lo que aproximadamente en 2 segundos su cuerpo se impactaría con el río de autos que transitaban a los pies del edificio sobre una gran avenida, él tenia previsto que en caso de que su vida no terminase por el impacto de la caída, el impacto de los autos cumplirían el objetivo planeado; tenía decidido que su fin tendría que ser en un día soleado, en los que se espera que nada malo ‘nuble’ el día…

II

El día elegido por fin se presento, tomo un baño porque quería sentir su piel fresca para disfrutar del aire que al chocar con su cuerpo lo abrazaría y le daría la sensación de volar, de ser libre; su vestimenta tenía que ser blanca para que el rojo de su sangre al impacto la tiñera y la caer se pudiera apreciar cual ángel expulsado del cielo; elaborar la nota de despedida era e siguiente paso de su cita con la muerte, tomo una hoja en blanco y solo atino a escribir “con todo mi amor para la mujer que odio”, la poso sobre la mesa de su cuarto y salio al encuentro buscado…

Tres timbrazos seguidos y la puerta abrió, recorrió sus escaleras hasta llegar a la azotea, la hora elegida debería de coincidir con la salida de escolares y amas de casa regresando de las compras para la comida, pero ese día el ajetreo rutinario se había trastocado por un día festivo que se había cruzado en el calendario –el no lo sabía, el tiempo lo había perdido desde hace mucho-, trepo por la barda de seguridad instalada para evitar accidentes de infantes, pero su oído se inquieto al percibir ruidos extraños a los pies del edificio, trabajadores delegacionales aprovechando el día de asueto justificaban el gasto publico con trabajos de pavimentación, una gran lona azul repleta de propaganda política estaba instalada en donde él tenia previsto el impacto que lo llevaría a su cita, sus ojos se le llenaron de lagrimas y una de ellas resbalo por su rostro y se impacto en la gran lona rodando hasta la avenida humeante recién cubierta de chapopote, se maldijo y lamento que hasta la muerte no haya asistido a su cita…

-o-

[para ti…]

20070917

El otro chisme 1: [Allá están más baratos]

["el otro chisme" será una serie de pequeños cuentitos de diversos temas, pero como no tengo ninguna formación literaria mis cuentos mas bien parecen chismes, de ahí el nombre; espero les gusten y dejen muchos comentarios y criticas para mejorar…]


I

-Allá están más baratos, los que acá te salen en $3,000, allá están en $2,000 o $1,500.

Su ‘allá’ le retumbaba en la cabeza como si fuese un golpe certero y profundo cada que él lo pronunciaba. Como cada verano él venia a visitarlos un fin de semana, el ritual comenzaba con una visita familiar, la cual en esta ocasión fue al Bazar de ropa que anunciaban por la televisión.

-¿Qué tienes?, ¿Estas enojada? ¿Qué ya no quieres que venga a visitarlos?

Muchas preguntas y ella tenía solo una respuesta: estaba harta de vivir tan lejos de su esposo, estaba harta del miedo que le carcomía su juventud y vitalidad, la incertidumbre de no saber si aun estaba vivo, la semana pasada había hecho una llamada por cobrar a la casa, donde se quedaban él y otros diez ilegales más, para saber de su estado ya que en las noticias había visto las protestas de los ‘nazis’ y la habían angustiado pero él la recibió como siempre de mal humor y con la eterna letanía “si me pasara algo seguro serias la primera en enterarte, recuerda que como decía mi abuela: el correo humano es el más efectivo”. Él había cruzado la frontera hace ya más de cinco años cuando se entero del embarazo.

-Si quieres ahora que venga en diciembre te traigo uno más chulo de allá.

De nuevo su maldito ‘allá’ le perforo los oídos.

-No es por eso-por fin contesto después de un largo silencio- lo que pasa es que ya sabes como me pongo en ciertos días del mes.

Mintió, pero como él no había estado la semana pasada cuando los cólicos le habían obligado a gastar el poco dinero que le quedo, por comprar lo necesario para recibirlo con el pozole que tanto le gustaba, en unas ‘Syncol’; la contestación le dolió porque la mentira era más para ella que para él, le dolía que no tuviera ni idea de cuando era su periodo menstrual, le lastimaba profundamente que desde hace más de cinco años él supiera tan poco.

-¿Mmmta madre entonces quieres que me quede con las ganas hasta diciembre? Luego no preguntes por que me buscan las gringas- lo dijo en tono burlón y molesto.
-No te preocupes, yo digo que es solo un síntoma premenstrual, ya sabes como soy de irregular a veces se me adelanta o se me atrasa, te prometo que hoy cenas más que pozole.

Trato de sonreír y de hacer la miradita mezclada de lujuria y amor, pero dudaba que él se acordara de cuando eran novio y ella lo miraba de esa manera para que él con un gran ingenio inventara pretextos y se escabulleran al ‘hotel de paso’ recién inaugurado en la colonia Morelos, donde estaban seguros había sido el lugar donde inicio el embarazo.

-Nada más por eso vente, vamos por el celular que te gusto, para que no te esperes hasta diciembre- sonriendo y mostrando su cambio de semblante.

Otro golpe más para causarle otra herida, le irritaba que en cada visita tratara de comprarle la distancia, el tiempo y la ausencia.

-¡No, no! me espero hasta diciembre, total ¿cuánto falta?
-¡Que conste eh! –sonriendo y con tono burlón- Si me lo gasto en unos pulquecitos será tu culpa.
-¿Ya vas a empezar? –mezcla de enfado y tristeza le increpó -Me prometiste que en esta ocasión no tomarías.
-¡Chinga! –cambiando su semblante de nuevo y mostrando su enojo repuso- hace mucho que no veo a mi compadre y a mis primos.

Un herida más, sentía su cuerpo agonizar, cada que él venia de los tres días que estaba, uno se desaparecía hasta entrada la madrugada llegando embriagado en su tan sonado ‘pulquecito’, el ultimo día se lo pasaría en cama viendo televisión y de mal humor por la resaca.

-No te enojes pero mejor ese dinero lo ocupamos para componer la lavadora que tanta falta me hace
-¡Esta bien, esta bien! –respondió en tono divagante-Al rato vemos.

II

La historia no cambio, en la noche de nuevo se embriago y con su perenne justificación “¡es que allá no encuentro buen pulque!, sabes bien como lo extraño, ¡No te enojes!”. El ritual seguía con un recalentado del pozole con exceso de picante para menguar la resaca y al atardecer de nuevo su partida.

Fiel a la consumación de su pequeño ritual lo despidió en la central camionera con una bendición y unas tortas para el camino -pero esta vez, algo cambiaba, algo no estaba en su lugar, algo faltaba- las lagrimas y el llanto se habían ausentado, el ritual había sido violado porque una noche antes se había prometido no extrañarlo más, ella sabia que estaba mejor lejos de sus ‘allas’, de su ‘amor comprado’ y de su ‘pulque’ y solo quería que regresara a su ‘allá’ y la dejara en su ‘acá’. Su añoranza ya no estaba dirigida a diciembre sino a enero cuando el de nuevo partiera...

-o-

[para una personita del sureste mexicano que me enseño la importancia de los chismecitos...]