Cuando ella despertó, se encontraba sentada en la quinta fila de la clase turista, entre dos señoras viejas, que aún dormitaban. En los asientos traseros, jugaban tres hombres cartas; parecía que se conocían desde antes de abordar el avión, porque platicaban y reían a carcajadas. Ese día, ella y los demás pasajeros vestían muy elegantes, como si fueran o vinieran de una fiesta; se podía ver camisas almidonadas, vestidos largos, zapatos lustrados, bufandas de seda y hasta smokings.
No recordaba cómo había llegado a ese vuelo. Un día antes o unas horas antes; realmente, no sabía cuánto tiempo había pasado desde que se encontraba en la cocina de su casa. Eran las seis de la mañana, cuando estaba preparando el desayuno para sus tres hijas, aún no era hora de despertarlas, pero quería que el cereal, la fruta y el jugo de naranja estuvieran listos, para cuando ellas despertaran. A las siete en punto, ellas entraron a la cocina, se sentaron en el pequeño antecomedor y comieron con la tranquilidad de siempre, como queriendo alargar el tiempo previo a la entrada escolar. Ella recordaba que las había ido a dejar a la escuela y… ¡ya!, hasta ahí recordaba.
Cuando las dos mujeres que la flanqueaban en el avión despertaron, arrojó sobre ellas todas sus dudas; ¿Qué hago aquí?, ¿a dónde vamos?, ¿quiénes son ustedes?, ¿de dónde venimos?, ¿dónde estamos? Una de ellas, la de más edad, le dijo; Tranquila, todo a su tiempo. ¡No!, no puedo esperar; le respondió a la señora. ¡Está bien!, si quieres saberlo, yo te lo diré; le dijo la otra señora; Todas las personas, que ves en este avión, están muertas; murieron en esta semana; este vuelo es la forma en que uno llega al otro mundo, a Mictlán, a Echeide, a Uku Pacha, a Patal, a Tuma, al Cielo, no sé cómo lo conozcas o quieras llamarle, pero vamos a donde, realmente, comenzamos a vivir; así que ponte cómoda y disfruta de la vista. Ella se quedó paralizada, no recordaba cómo había muerto; suponía que había sido de un infarto de regreso a casa, o, probablemente, una bala pérdida; no recordaba nada. A lo lejos, se oían voces que comentaban ¿Cómo fue tu muerte?; Morí en un accidente; ¿Y tú?; Yo tuve una complicación con un tumor en la cabeza; Yo morí de viejo; A mí, me asaltaron y me mataron. Se oían toda clase de historia de muertes; y ella se empezaba a desesperar por no recordar la suya. Al voltear a la ventanilla, pudo apreciar los colores del cielo, propios del atardecer, esa mezcla infinita de rojos, azules y blancos, que a ella tranquilizó…
Cuando ella despertó, se encontraba sentada en la quinta fila de la clase turista, entre dos señoras viejas. En los asientos traseros, jugaban tres hombres cartas; parecía que se conocían desde antes de abordar el avión, porque platicaban y reían a carcajadas. La señora de más edad, que le había movido el brazo para que despertara dijo; Anda que ya llegamos a donde te dijimos, por fin vas a conocer la vida eterna…
2 comentarios:
Me recordó una película se llama "Almas pasajeras" no sé si ya la hayas visto en caso de que no te la recomiendo :D
👌🏽
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